
Pero las cosas no resultaron como debieron. Desde el Gobierno de Rómulo Betancourt hasta el de primer gobierno de Rafael Caldera las cosas parecián lucir más o menos bien. La economía venezolana mostraba una solidez y crecimiento envidiable. El pueblo venezolano a pesar de todos los intentos de los grupos de izquierda inspirados en la aventura castrista, era un pueblo que vivía en Paz. El crecimiento económico era rápido pero construido sobre bases firmes, los niveles de desempleo eran mínimos, la inflación era de apenas un dígito. Los venezolanos eran luchadores, la responsabilidad el ahorro y la ética eran características comunes entre la gran mayoría. Los venezolanos de entonces sabían lo que querían, luchaban por ello, trabajaban para lograrlo, participaban en las decisiones (la abstencion en las elecciones no llegaba ni a 10%) y reclamaban cuando había que hacerlo.
Pero en 1973 todo cambió. Romulo Betancourt, a pesar de tener todo para volver a ser Presidente, decide declinar a la candidatura y le abre el camino a Carlos Andres Perez.. Ese fué el inicio del desastre. Carlos Andres Perez en un afan absurdo de grandeza, empujó al País a una vorágine consumista que no tenía ningún sentido ni razón. Si, es cierto, los precios del petróleo se dispararon a niveles astronómicos, pero eso no era excusa para cambiar el modelo de crecimiento pautado por sus antecesores, racional y caracterízado por la austeridad, la prudencia y al mismo tiempo firme y programado, por un modelo populista en donde el derroche y el ánimo de opulencia era lo trascendente.
Venezuela y los venezolanos cambiaron. Atrás quedaron la idea de esforzarse para obtener las cosas. Del venezolano ahorrador, respetuoso y luchador pasamos a la era del ta’barato, cuanto hay pa’eso y el ganar dinero facil y con el menor esfuerzo.
No pocas voces se alzaron llamando la atención sobre el equivocado camino tomado. Juan Pablo Perez Alfonso y Arturo Uslar Pietri fueron quizás los más conocidos, pero no fueron escuchados. El pueblo les dió la espalda y los llamó "Pendejos". La fiesta estaba bien sabrosa, bonche y derroche pa’todo el mundo. Nadie escuchaba, nadie pensaba. El ruido del festín ensordecía.
Los venezolanos no aprendimos ni de los errores ni de la historia. Un buen día nos despertó la cruda realidad. De golpe y porrazo nos dimos cuenta de que no todos estaban invitados en la fiesta. Esa fué otra advertencia más a la que tampoco atendimos. Venezuela desesperadamente nos pedia auxilio y decidimos abandonarla. Y es que nos empeñamos en ver nuestro País como un Hotel, sentados y esperando que nos sirvan y que otros hagan el trabajo por nosotros y no como nuestra Casa, en donde el bienestar se construye cuando todos nos involucramos en él. Entonces, sucedió lo inevitable:
4 comentarios:
Si señor, Chávez es el fiel reflejo de lo que a estado dormido durante tanto tiempo en Venezuela y que nos a condenado al 4to mundo...el lo saco a flote
"...Porque vendimos nuestra libertad irresponsablemente"... Creo que esta frase encierra absolutamente todo lo que has expuesto en el post y la situación en estos momentos. Y no solo es válida para Venezuela... A menudo, en cualquier parte incurrimos en lo mismo: vender nuestra libertad irresponsablemente.
Ha provocado intervenciones acaloradas tu post. Eso es bueno. Lo menos bueno está en quienes, desde lejos, opinan sobre la realidad venezolana. Ciertamente, en el pasado los comunistas (en cualquier ámbito) vivieron persecusiones y torturas... pero, cuando llegan al poder, se olvidan de ellas (o las recuerdan "demasiado" bien) e imponen todo aquello contra lo cual lucharon una vez.
Y, en cuanto al apoyo de destacados intelectuales, también lejanos, u otros más cercanos, pienso que no hay nada peor que las letras al servicio de la iniquidad.
Y recalco algo: los gobernantes son el resultado de los “valores” presentes ANTES que éstos lleguen al poder
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